Ubicado al noreste de la comuna de Diego de Almagro y los alrededores de la localidad de El Salvador, este circuito comprende un recorrido desde la zona sur de Portal del Inca hasta el noreste de El Salvador. Es un desplazamiento por los paisajes del norte de la región, reuniendo formas y colores, llanuras y pampas del desierto más árido del mundo.
Este circuito recibe su nombre por la experiencia que permite vivir al turista, con sensaciones como soledad, descanso, exploración, descubrimiento y el sentir estar en otro planeta despoblado de personas a kms de distancia.
Los atractivos que podemos ubicar en este circuito son; un Tambo (construcción Inca) en medio de la soledad y el viento ubicado a unos 3 mil metros de altura, y una huella perdida del camino que utilizaban los Incas para su desplazamiento. Las extensiones del territorio así como las vistas, los paisajes, las formas continuas e irregulares, más una cuota de misterio y descubrimiento ofrecen al visitante un panorama imperdible para conocer la región desde otra perspectiva.
Ubicado hacia el Este de Diego de Almagro, entre los cerros que conforman las quebradas, a unos 45 minutos en vehículo y en medio del Río de Sal o Río Salado. Una de las maravillas naturales que esconde el desierto de Atacama es una bajada de agua desde la Cordillera de los Andes, que en su camino hacia el desierto transporta sal de los salares naturales de las montañas, la cual se solidifica y se apoza a un costado del lecho. Conocido como Río de Sal, este circuito se interna en este espléndido lugar, donde los Incas transitaban y construyeron uno de sus tantos edificios más característicos como son los Tambos.
El recorrido de desplaza hasta un sector donde aún habitan los herederos naturales de todo el legado de las antiguas comunidades indígenas que habitaron estas zonas. Denominados Coyas, las familias que habitan la Quebrada de Agua Dulce, así como muchos otros sectores de la región, conservan tradiciones de sus antepasados que habitaron estos territorios, marcando una huella en el desierto.
Este circuito ofrece una mezcla de paisajes, recursos naturales de alto valor, junto con ello la posibilidad de vivir el patrimonio intangible de la región por medio de las comunidades locales que aún guardan lo que han sido siglos de historias humanas en estas tierras.
Entre el camino que une las comunas de Copiapó y Diego de Almagro, encontramos la localidad de Inca de Oro, un pintoresco poblado con una fuerte historia ligada a la minería que tuvo su auge a finales del siglo XIX y principio del siglo XX. En medio del desierto este poblado es el reflejo de la historia que esconden los territorios de la región de Atacama, donde sus habitantes guardan los relatos de lo que fue una vida ligada a la extracción de los recursos que la tierra entrega.
En este circuito el turista podrá conocer lo pintoresco de este lugar pero además aquellos lugares donde los hombres conocidos como pirquineros, mineros que realizan labores en la minería a pequeña escala, bajan a las profundidades de la tierra durante largas horas de trabajo.
En otra parte del circuito, el recorrido nos lleva hasta el sector de Finca Chañaral, un pequeño oasis natural donde los indígenas que habitaron estas tierras dejaron testimonio de su vida mediante singulares pinturas que plasmaron sobre piedras. Luego, durante el paso de los siglos otros grupos humanos fueron pasando por este mismo lugar, desde los Incas que aportaron con sus senderos, los conquistadores españoles que lo describieron como un oasis de abundante naturaleza en medio del desierto, hasta los habitantes de Atacama que hoy lo reconocen como un lugar de alto valor por su historia y como testimonio de aquellos que han habitado el desierto.
Este circuito se ubica fuera de la zona declarada Patrimonio de la Humanidada por UNESCO del Qhapaq Ñan en la región, sin embargo los sectores que recorre son de un alto valor patrimonial por lo que representaron para las culturas indígenas Copiapó, Diaguita e Inca que habitaron el denominado Valle Copiapó.
Pasando por la localidad de Tierra Amarilla, un sector caracterizado por su fuerte patrimonio minero, el recorrido llega a otra de las construcciones incaicas más características del imperio como son los Pukara (en lengua aymara y qichwa significa fortaleza).
En el sector de Punta Brava estos restos arqueológicos resaltan la forma en que los Incas utilizaban el territorio al servicio del imperio. Luego el recorrido conduce hasta Viña de Cerro, un antiguo centro metalúrgico diaguita-incaico, que conserva algunas de las construcciones propias de la organización y faenas que estas culturas utilizaban para sus labores con los minerales.
Este circuito lleva al turista a un viaje por la historia, con un fuerte enfoque sobre el sello más característico de la región como zona minera desde hace siglos, con las primeras culturas que habitaron estas tierras y hasta el día de hoy.
La tecnología permite revivir el relato del guía y transportarse a otra época, generando así una experiencia memorable.